Personería Jurídica Nº 790/11
Reconocida por CONABIP y por el Ministerio de Cultura de la Provincia
Integrante del Núcleo de Bibliotecas
Populares de la ciudad de Santa Fe
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Trenes
Miryam Mazzola
Demás está decir que soy asidua concurrente a la biblioteca de mi barrio. Hace unos días me encontré con la convocatoria para escrituras cuyo tema “Trenes” me trajo a la memoria una anécdota que viví hace muchos años relacionada justamente con los trenes.
Yo vivía en Cabal, Provincia de Santa Fe y tendría unos diez años, cuando unos parientes de mi madre llegaron a nuestra colonia para disfrutar unos días de buen aire y sol, aprovechando sus vacaciones.
Cuando decidieron regresar a Santa Fe me invitaron a pasar unos días con ellos
ya que tenían una niña de mi misma edad.
El viaje se programó en el tren del Ferrocarril Belgrano que pasaba por mi pueblo en horas de la noche por creer que era cómodo y también más económico.
Todavía recuerdo mi ansiedad porque no conocía lo que era viajar en tren, cuando a su debido tiempo éste llegó a la estación comenzamos a subir primero mi tía, una señora bajita y gorda, luego mi prima, después yo y por último el tío Tato. Cuando estuvimos dentro del coche nos encontramos con una cantidad de muchachos de unos 20 años que venía a incorporarse al ejército para cumplir con lo que se llamaba el servicio militar; los mismos venían del norte y se notaba que eran también su primer viaje hacia la civilización, así que se sintieron muy sorprendidos al ver mujeres y comenzaron a lanzar fuertes gritos de entusiasmo (zapucay) mientras manoteaban nuestras polleras, mi tía gritaba más que ellos por el susto y porque no podía defenderse ya que en sus manos traía una caja de zapatos llena de huevos frescos.
Todos corríamos y pasábamos de uno a otro a tres coches llenos de estos muchachos.
Por fin llegamos a uno donde viajaba otra gente y hasta conseguimos asiento, al fin no fue nada grave y no pasó de ser una historia que siempre cuento cuando estoy con amigas y que causa mucha risa.
Pienso que entonces ellos lo hacían como bromas inocentes, sin ninguna mala intención, en cambio ahora hasta los piropos son mal interpretados.