top of page

El ritual de Jacinto

Rosa Ígnea Sánchez

Jacinto era un hombre mayor, que vivió en el norte de la ciudad de Santa Fe y según cuentan algunos vecinos que aún lo recuerdan, había sido Jefe de la estación de ferrocarril Guadalupe.

Durante muchos años, casi treinta, Jacinto buscaba su  farol, su silbato, las banderillas, y partía todos los días muy temprano a la estación, vistiendo pantalón,  chaqueta gris  y su gorra con visera,  cargando un bolso con la vianda que María le había preparado  la noche anterior. 

A las seis en punto salía al andén y escuchaba el silbato del tren, anunciando su llegada 5 minutos después si estaba en horario, anticipando el estruendo y el humo que acompañaba su entrada a la Estación Guadalupe.

Jacinto con el farol y las banderillas le daba la bienvenida

El tren no se detenía demasiado tiempo. Jacinto entregaba al maquinista los partes con las novedades, mientras subían y se acomodaban tres o cuatros pasajeros que trabajaban en las ciudades vecinas, Angel Gallardo, Arroyo Aguiar, Constituyentes, Laguna Paiva. 

Luego se acercaba a la campana y la  hacía sonar anunciando su partida.

El mismo ritual lo repetía cada noche, cerca de las 20,30, cuando el tren volvía a Santa Fe.

Así,…así…así, repitiendo, repitiendo, se fue pasando la vida de Jacinto, hasta que un buen día, yo diría  un mal día, se levantaron las vías y  el tren dejó de pasar.

Jacinto, con los faroles, banderillas y su triste uniforme, envuelto en el humo del último tren,  desapareció y nunca más se supo de él.

Dicen que pronto repondrán las vías y volverá a pasar el tren  ¡Enhorabuena! Aunque no creo que vuelva Jacinto, ha pasado tanto tiempo…. Quien sabe donde estará.

bottom of page