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Pinceladas paivenses

Mónica Riera Aressi

Cuenta la historia que Laguna Paiva se fundó a la luz de las negras locomotoras a vapor, a la vera de esas venas color plata   que jamás se tocarán , de ese vientre infernal, mezcla de chapas, ruidos , maderas, hombres , bicicletas … Convirtiéndose diariamente en un hormiguero azul, que daba vida a esos bellos paisajes,

 De allí  los  vagones nuevos, olor a madera, a cuero,  a  trabajo. Todo hecho con las maravillosas manos de aquel que conocía su oficio y que toda su dignidad quedaba plasmada en ese sello. Esas casas rodantes  salían raudas a explorar, a descubrir paisajes, a movilizar el campo, a acercar familias, a llevar a jóvenes hacia el conocimiento, a ser testigo mudo de romances y despedidas de quienes se  iban para engrandecer la patria.

  Fueron ferroviarios ¡Sí!, todos ellos habitantes de ese río plateado que emerge cortando caminos, paisajes, ciudades.

Cada lugar se ungió de tu estirpe, cada hogar  se apropió de tu prosperidad , todas ellas se fortalecieron en tu cauce .

Por eso diría, que Laguna Paiva  también se fundó con historias. Historias fuertes de desarraigo, de sacrificios , de carencias y oportunidades. De futuros promisorios, de bienvenidas y de despedidas. De mares y de otros paisajes. De lágrimas y risas .

Fueron los inmigrantes, los llegados  del viejo mundo, con sus ganas de una tierra nueva, de un hogar nuevo, con sus oficios, con sus conocimientos y habilidades, y también fue el inmigrante de provincias vecinas .Y todo aquel que sentía vibrar la tierra y olía  el  progreso, con lágrimas en los ojos alejándose del monte, del  quebrachal, del cañaveral, quizás con la promesa de regresar , o de volver a buscar su familia 

Todos ellos  y algún otro criollazo nacido en los alrededores, vino a ser parte de este monstruo de  hierro.

Y hubo que hacer casas y escuelas y la comuna. Y el destacamento policial. Y marcada la plaza  principal. Una cruz se elevaba al cielo nombrando a su patrono, el Sagrado Corazón  .

Y la sirena comenzaba  a sonar a las 5  de la mañana, llamando a su gente, el trabajo convocaba, dignificaba  y allí comenzó  el” ser ferroviario “ su identidad y 1500 familias supieron del pan diario , de la casa propia , del hogar para siempre ,  de los paseos e ir a vacacionar  en trenes , de ir a estudiar a  Santa Fe , de títulos  y de profesiones ,de la dignidad y orgullo de ser Paivense. Esa estación que veía llegar  a su gente fue testigo de vivencias fuertes  y el pueblo se transformó en ciudad “ la ciudad del riel” y tuvo su fiesta con grandes cantantes y músicos nacionales, Y ya lleva 28 plazas llenas, juntando y haciendo vibrar los corazones paivenses .

Luego… luego lo que todos sabemos,  el vil dinero y los  espurios  arreglos trajeron  el silencio, ya no más trenes, ya no más ruidos  de trabajo… el velo cayó sobre los martinetes  que forjaban esos hierros calientes, y las viejas grúas que montaban el material .Solo silencios, desazón, incertidumbre. Impotencia. Incredulidad, dolor… de haber sido y ya …

Pero de toda debilidad, la fortaleza aflora. La estirpe y el empuje de aquella vez, dio paso al resurgir desde las cenizas  y comenzó una nueva historia.

Laguna Paiva,  una ciudad que supo reponerse en la adversidad aunque aún  persigue su sueño: la vuelta de los trenes. Cada día se levanta, trabaja, sueña  y apuesta por la vida.

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